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lunes, agosto 03, 2009

HETEROGAY. FINAL

Estaba en mi habitación, relajado, contento, pensando en mi heterosexualidad tan reafirmada y tan fetén cuando sonó el timbre. No era López. Era una mujer. Mejor pensé. Ya que soy hetero mejor una mujer que un hombre que me corte el rollo. Le puse ojitos a ver qué pasaba. Pero sólo quería dejarme unas toallas y llevarse otras. Eso y darme un bofetón por cerdo. Es lo que nos pasa a los heterosexuales.
Volvió a sonar la puerta y pensé que sería ella, así que puse cara de chulito y dije ya sabías que volverías preciosidad, pero era López. Tosí y dije, no iba por ti iba por una chati. Ya, ya. López pasó y se sentó. No sé si venía contento o no. Esperé a que hablara. Pero como no hablaba le di una colleja y empezó a hablar de su cita con la chica.
Tengo un problema Rodríguez, me ha gustado mucho esa chica. Te la has tirado. No. Maricón. Reconocí mi error y le pedí perdón al instante. No estaba ayudando nada a mi amigo, aunque yo nunca ayudo a nadie. Miraba al suelo con la mirada vacía. Parecía que tenía dudas, nervios o que le picaba algo.
Me estuvo contando lo guapa que era. Las ganas que tenía de tocarla y todo eso. Tío, tú no eres maricón, tú eres hetero. Ese es el problema. Si no soy gay, ¿qué soy yo? Es lo que he sido toda la vida. ¿Y si no sé ser hetero? Ser hetero es fácil. No hay que hacer nada. Sólo hay que ser tú mismo. Guarro. Y salido. Nada más.
Eructó violentamente. Le dije, eso es, así se hace. Volvió a eructar. Cantamos una canción e hicimos el baile de la alegría. Nos quedó un poco My Fair Lady, pero no se lo dijimos a nadie. Ahora que los dos somos heteros no nos gustan las mariconadas.

La lluvia en Sevilla es una maravilla

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