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viernes, agosto 28, 2009

¿SUSTO O MUERTE?

Zoilo, que no olvidemos que es médico, fue avisado para una urgencia el otro día. Cogió su maletín, se peinó, se visitió, se puso sus superzapatos, se echó colonia, y salió corriendo para la urgencia. Como no tiene coche tiene que ir a dedo y eso hace que sus trayectos sean muy largos.
Tiene un cartelito que dice “Médico de urgencias” que enseña a los coches para que le paren, pero nunca le para nadie. Al final siempre tiene que ir en metro, en autobús o andando. La gente le considera un buen médico porque cuando llegan han pasado dos cosas: que el enfermo de tanto esperar ha muerto con lo cual el médico no ha tenido la culpa, o que el enfermo se haya recuperado con lo cual todos dicen que es un gran médico.
El caso es que llegó tarde y el hombre ya había muerto. No es una cosa inhabitual así que Zoilo comenzó a extender el certificado de defunción. Pero sus familiares decían que no. Que no estaba muerto. (Y no amigos, no estaba de parranda). Que tenía un buen color para estar muerto.
Zoilo utilizó los procedimientos habituales. Poner una cerilla debajo de la nariz. Nada. Patearle el hígado. Nada. Hacerle cosquillas en la planta de los píes. Nada. Hacer que la mujer más atractiva de la casa se desnude ante él (siempre que no sea la hija u otro familiar incompatible, en cuyo caso sólo se la pedirá que se desnude para disfrute del médico). Nada. Total que está muerto dijo Zoilo.
Pero los familiares, que veían un muerto sonriente, un muerto con cara guapa y retrechero, un muerto juerguista y fenomenal, decían que no. Que no había que enterrarlo. Que estaba vivo y bien vivo. Vino otro médico que aplicó otro método: un electro. Nada. Está muerto.
Lo ven dijo Zoilo. Pero nada los familiares no se convencían. Al final el muerto se ha quedado en los huesos. Ha empezado a descomponerse. Pero con buena cara. Y los familiares ante esa cara tan estupenda aún albergan dudas. Menos los hijos. Que quieren ya la herencia.

La prueba de la cerilla

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