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lunes, septiembre 08, 2014

ARTE REAPARECIDO


Si hace unas semanas la noticia que nos llamaba la atención era la de que el Museo del Prado tenía cientos de obras sin ubicar, perdidas, ahora es dos apariciones extrañas la que nos llama la atención.

Que haya obras de arte por las que otros pagarían millones por ahí olvidadas parece más común de lo que se piensa. Si haciendo una obra en una casa cualquiera puede encontrase entre sus paredes un viejo ejemplar del Lazarillo, ocultado allí para evitar que la censura cayera sobre el propietario y probable lector de la obra, ahora son cuadros los que aparecen sin más.

En una maleta se ha encontrado un Monet. Este cuadro parece que pudo ser expoliado por los nazis y que el coleccionista alemán que guardaba en su casa centeneaes de obras similares lo llevaba consigo cuando estaba en el hospital. Ahora el cuadro deberá ser catalogado, verificado y devuelto a sus posibles dueños, si es que se encuentran.

Hace unos meses se encontró en los sótanos de la universidad de Yale un Velázquez. El cuadro, convenientemente restaurado, será expuesto ahora para disfrute de todos los aficionados y para estudio de los investigadores.

Estos hechos aislados nos hace reflexionar sobre lo efímero del arte. Lo que puede o no valer una obra dependiendo del contexto en el que se encuentre y de lo fútil de su materia. En cualquier momento una obra de gran importancia puede ser perdida, olvidada, puede desaparecer.

Esa desaparición de la que no nos hubiéramos enterado desata después ríos de tinta y curiosas reacciones así como posibilidades de riqueza para muchos que ni siquiera sabían que un cuadro pudo un día pertenecer a alguien de su familia.

El arte, algo sin más valor que el que le damos los espectadores, desaparece y reaparece sin causar mayores trastornos en nuestra vida real. Lo que deja abierta la pregunta de si es realmente importante.


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