Soy una persona terrible, malísima. Pero no sé por qué la gente me toma como bueno. Me gustaría que dejaran de hacerlo, pero no lo consigo. Para demostrarlo el otro día por la calle le di una patada a un niño. Pero se la di fuerte. Y no sentí remordimientos ni nada. Pero para mi desgracia resultó que no era un niño, que era un tío bajito que acababa de robar a una anciana. Me pusieron una medalla.
Decidí que esto no podía ser. Así que a la siguiente vez me puse más agresivo y destrocé un coche de la policía municipal. Pero olvidé que los policías municipales de mi pueblo están imputados por malversación, estafa, amenazas y por hacer una fiesta en la iglesia. Así que el pueblo me considera un héroe.
Como esto no iba bien me puse aún más bruto. Le tiré los tejos, más bien a lo bestia, a una mujer que pasaba por la calle. Pero le gusté y tuve que acostarme con ella. Una desgracia como otra cualquiera. Porque se lo pasó bien. Así que le dije, pues dale mi teléfono a tus amigas. Y cada día recibo una llamada de una atractiva mujer.
Así que no me dejan ser malo. Tengo que ser bueno. Por necesidad. Por imperativo. Así que no me queda más remedio. Lo seré. Hasta que pueda dejarlo.
Decidí que esto no podía ser. Así que a la siguiente vez me puse más agresivo y destrocé un coche de la policía municipal. Pero olvidé que los policías municipales de mi pueblo están imputados por malversación, estafa, amenazas y por hacer una fiesta en la iglesia. Así que el pueblo me considera un héroe.
Como esto no iba bien me puse aún más bruto. Le tiré los tejos, más bien a lo bestia, a una mujer que pasaba por la calle. Pero le gusté y tuve que acostarme con ella. Una desgracia como otra cualquiera. Porque se lo pasó bien. Así que le dije, pues dale mi teléfono a tus amigas. Y cada día recibo una llamada de una atractiva mujer.
Así que no me dejan ser malo. Tengo que ser bueno. Por necesidad. Por imperativo. Así que no me queda más remedio. Lo seré. Hasta que pueda dejarlo.
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