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jueves, noviembre 19, 2009

GENTE RARA

Felipe y yo nos estamos distanciando. No sé como ha pasado pero resulta que ya no estamos todo el día juntos, bebiendo birra y comiendo panchitos mientras esperamos que empiece un partido de fútbol, una peli o una peli no porno en la tele.
Se fue un día a comprar panchitos y vino distinto. Había conocido a una mujer. Pero no sentía por ella deseos. Era sacerdotisa de no sé qué movida. Y Felipe estaba flipado con ella. Yo, que la vi después, flipé también, pero no con ella, sólo con una parte de ella. Con sus pechos. Lo aclaro innecesariamente. Sé que todos sabíais a que me refería.
Felipe se unió a ese grupo y desde entonces no le veo. Van por las casas continuamente con no sé qué libros y piden a la gente que los lea. Y luego, claro, les piden dinero. Van vestido con trajes elegantes. Y no dicen nunca palabrotas. Con lo que ha sido siempre Felipe.
Además ahora habla de una manera rara, como si fuera más culto o algo. Está insoportable el rato que está conmigo. Y sus temas de conversación han variado. Ya no le gusta hablar de fútbol y de tías. Yo ya ni le escucho.
Recibe también llamadas a muchas horas del día. Pensé que sería camello. Pero no. Tiene que ver con ese grupo raro. Le obligan a llevar ese teléfono y a contestar a lo que le digan. Y el tío lo hace feliz. Y por lo que oigo a los otros también son felices.
Ha intentado que yo también me haga del grupo pero no trago, algo que se llama Círculo de Lectores no me parece nada sano.

Libros, esta es la droga que vende Felipe

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