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lunes, abril 06, 2009

PETER PAN. VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE PEDRO GUERRA

Peter Pan buscaba a su madre
en las mil mujeres del aire
y se acostó con ellas
y se cansó de ellas
dejando en la mejilla
el beso gris del dolor
Era algo inútil, sin sentido. No tenía razón ni estímulo no tenía nada. Era una búsqueda absurda. Si es que era una búsqueda. Parecía casi una búsqueda del hartazgo, del aburrimiento, de la nada. Tenía en su mirada un cierto aire cargado de nihilismo. A eso se dirigía, a eso tendía, a la nada. A la repetición de lo mismo siempre. A repetir con una mujer lo mismo que había hecho con la otra y con la otra y con la otra, probando a todas sin otro afán que el de probarlas, el de poner en ellas la cruz de hecho y visto y comprobado y esta no y esta tampoco y ninguna.
Peter Pan horror del pirata
y sus sentimientos de lata
buscando aquel abrazo
el nido de unos brazos
en todas las mujeres
con las que descansó
Buscaba aquel cariño. Aquellos besos tiernos. Aquellos abrazos antiguos. Y por eso el afán de comprobación, de comparación. De búsqueda. Dónde habría algo igual. Fueron tantas. Todas similares o parecidas. Con un cierto aire a ella en todo. Había cierto sentimiento en él. Era el de la imitación. El de la copia. Sabía lo que sentían los demás y lo copiaba. O intuía lo que debía sentir y lo expresaba. Con más ahínco. Para demostrar que era cierto. Fingía, actuaba. Esa era su vida. Así lo lograba.
Peter Pan niño loco
cuándo aprenderás a vivir solo
Peter Pan niño dulce
algo siempre habrá que no te guste
Peter Pan nadie llega
y hay que ser feliz en la escalera
Peter Pan niño inquieto
cuándo aprenderás a estarte quieto
Lo quería todo. Quería ser feliz. Y quería el placer momentáneo. Y quería la vida de todos. Y vivir la suya propia. Y se perdía en el camino. En cada parada que hacía inclinado hacia las ingles de una mujer cualquiera, buscando dentro de ellas la felicidad y obteniendo si acaso un retazo del placer, de pequeño placer. Si acaso. No tenía viaje. No tenía camino. Simplemente tenía paradas. Y a su alrededor no quedaba nada.
Peter Pan buscando a su madre
en la luz de todos los bares
no encuentra la sonrisa
pegada en su camisa
de aquella la que un día le tapaba los pies
Recorría todos los lugares de perversión. O de diversión más o menos establecida. Pero allí tampoco había nada. Estaba vacío. No encontraba nada. No había nada que encontrar en aquellos lugares. Y lo que hallaba, lo que finalmente encontraba, estaba casi tan vacío como él. Más vacío a veces.
Peter Pan niño...
Peter Pan con un niño dentro
tan tan débil tan tan pequeño
no encuentra su medida
y se le va la vida
buscando a la mujer
que nunca habrá de encontrar
Así se le acababa la vida. La perdía. Pero estaba tan vacía que no lo parecía. Que no sentía que la perdía. Que no notaba que se le iba y se perdía y ya casi no estaba. Y no encontraba nada. Y no hacía más que subir peldaños en esa escalera sin sentido, sin orden, sin nada, sin saber que lo importante no era llegar ni adónde se llegaba, sino seguir subiendo y subiendo, ser consciente de ello y de lo que se ve alrededor y de quien hay alrededor. Él sólo subía. Perdido.


Peter Pan

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