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lunes, abril 27, 2009

IDEA

Cuando, montado ya en el coche, salía hacia su destino, se cruzó por un segundo la idea en su cabeza ¿He cerrado la puerta? Se contestó que sí, que lo había hecho. Y para demostrárselo se tocó la parte del pantalón en la que guardaba las llaves. Sí, sí.
Era un pensamiento pequeño. Y se fue poco a poco metido en otros pensamientos más grandes. Pero volvió. Y se volvióa ir, sin más. Era demasiado pequeño. Pero estaba creciendo. Volvió a tocar las llaves, esta vez más fuerte haciendo que sonaran. Y se dijo, sí, sí, sí. Vale.
Cuando, llegado ya a la fiesta, besaba a aquella mujer a la que le presentaban ¿Sara? ¿Alicia? No pudo reprimir un nuevo reflote del pesamiento. ¿He cerrado? Ya no era capaz de decirlo con seguridad, no estaba convencido, seguro. ¿Lo habría hecho? ¿No lo habría hecho? Creía que sí, que lo había hecho, pero ¿era cierto lo que creía? ¿o estaba en un error creyéndolo?
Durante unos minutos divagó acerca de por qué no se debe creer al propio pensamiento. Nos mentimos mucho a nosotros mismos. Se enredó en ese pensamiento. Y se dio ejemplos a sí mismo de negaciones anteriores, de pensamientos que le habían engañado. Cuando negaba tenía muchas opciones de estar encubriéndose a sí mismo una mentira. Lo había hecho muchas veces.
Pero ese pensamiento también se fue. No sin recordar, una vez más, a aquella mujer que había deseado tanto tiempo. ¿Y la puerta? ¿estaría cerrada? Asumió que tal vez se la hubiera dejado abierta, ¿era tan grave? ¿qué podría suceder si lo había hecho así? Podrían robarle, pero no tenía nada de valor. Podían quedarse a vivir en su casa, ocupársela. Temió por sus objetos queridos más que por todo lo material que poseía. Por la televisión o los ordenadores.
Aquella maldita puerta. Estaría cerrada. Hablaba con la gente. O más bien la escuchaba. ¿Había cerrado sí o no? Estaba muy enfadado consigo mismo ¿cómo no podía recordarlo? Es más ¿Por qué le molestaba tanto aquella idea? ¿Qué más daba aquella puta puerta? ¿Qué importaba? Llegó a sentirse furioso consigo mismo.
Lo pagó, sin embargo, con su amiga. Le dio una contestación desmesurada. Se arrepintió. Pidió perdón. No lo obtuvo. Así son las mujeres, pensó, pueden decir lo que quieran y si tú haces lo mismo luego se enfadan. Pero ese no es el tema, la puerta, la puerta.
Temió volver a casa y encontrarse la puerta abierta de par en par y su casa vacía y sola y rota e inundada o peor. Y también tuvo el temor de que la puerta estuviera cerrada y de haberse dado la vuelta para nada.
Pero cedió ante la idea, pudo con él y se marchó de la fiesta. Todo el mundo le preguntó y él no pudo decir la verdad. Buscó una excusa. Ya sabéis estoy muy cansado, mi madre ha estado enferma y he tenido que cuidar de ella. Pensaron que la enfermedad de su madre le estaba afectando. Tal vez era así y eso agigantaba la idea terrible de la puerta sin cerrar.
Salió de la fiesta y según llegaba a casa comenzó a sentirse, extrañamente, jodidamente, aliviado.

¿Abierta o cerrada?

1 comentario:

Adolfo González dijo...

Una cosa que se me acaba de ocurrir: ¿conocéis los amigos de Creatura alguna tienda 24 horas que tenga puerta? Y si la tiene...¿Para qué la tiene si es un 24 horas?

Otra cosa: tenéis un enlace a mi antiguo blog... ¡Acabad con él, insensatos! ¿Para qué tenerlo ahí si no enlaza a ninguna parte?

Adolfo González, con gratitud hacia Creatura, pese a ya no recibirlo en su domicilio.