Aún no ha podido decirlo con palabras, no ha podido verbalizarlo, pero lo piensa muchas veces. Rubén piensa que no quiere a Laura. Se despierta por la noche y se queda en su lado de la cama, con los ojos abiertos, mirando el techo, sin atreverse a mirarla por si acaso descubre con total seguridad que es cierto.
Hasta el momento sólo tiene esa idea en un estado repetitivo, pero no tiene la fuerza de una verdad. No de momento. Sólo se le cruza muchas veces como le pasa con otras cosas, como la idea de tirar a la basura todo lo viejo, como la idea de no pasar por ese sitio, que le trae mala suerte. Una idea que le viene y le vuelve a venir y que se queda a pesar de todo porque no puede quitársela.
Pero en los últimos días le ha ido variando. Ahora la pregunta no es si quiere o no a Laura, sino si la querido alguna vez, si de verdad en el pasado la quiso o no la ha querido nunca. No sabe decirlo con total seguridad, no puede. No está convencido de haber querido nunca a Laura.
Y a veces, ella, se le vuelve una extraña. No le dice nada. No le hace gestos. No tienen esa complicidad en las conversaciones que tenían. No sabe Rubén si eso ha sucedido siempre, si en realidad lo otro han sido sólo imaginaciones suyas. No sabe si fue su mente la que le sugestionó y le llevó a pensar que la quería, que le gustaba por las razones aquellas que le gustaba y que han resultado ser una mentira más.
En ese matiz temporal se conserva su pensamiento, en si la ha querido o si no la querido, no en si la quiere o no la quiere. Porque si no la ha querido nunca resultará que ahora tampoco la quiere. Y si una vez la quiso ¿por qué dejó de hacerlo?
Vuelve Rubén a su experiencia, a las otras mujeres a las que amó o creyó amar. Y no está convencido de haber amado nunca a nadie. Ni siquiera a María. Y trata de enlazar un pensamiento, de ser todo lo racional que puede, pero no lo consigue. Él ya sabe que esos pensamientos repetitivos no son racionales.
Hasta el momento sólo tiene esa idea en un estado repetitivo, pero no tiene la fuerza de una verdad. No de momento. Sólo se le cruza muchas veces como le pasa con otras cosas, como la idea de tirar a la basura todo lo viejo, como la idea de no pasar por ese sitio, que le trae mala suerte. Una idea que le viene y le vuelve a venir y que se queda a pesar de todo porque no puede quitársela.
Pero en los últimos días le ha ido variando. Ahora la pregunta no es si quiere o no a Laura, sino si la querido alguna vez, si de verdad en el pasado la quiso o no la ha querido nunca. No sabe decirlo con total seguridad, no puede. No está convencido de haber querido nunca a Laura.
Y a veces, ella, se le vuelve una extraña. No le dice nada. No le hace gestos. No tienen esa complicidad en las conversaciones que tenían. No sabe Rubén si eso ha sucedido siempre, si en realidad lo otro han sido sólo imaginaciones suyas. No sabe si fue su mente la que le sugestionó y le llevó a pensar que la quería, que le gustaba por las razones aquellas que le gustaba y que han resultado ser una mentira más.
En ese matiz temporal se conserva su pensamiento, en si la ha querido o si no la querido, no en si la quiere o no la quiere. Porque si no la ha querido nunca resultará que ahora tampoco la quiere. Y si una vez la quiso ¿por qué dejó de hacerlo?
Vuelve Rubén a su experiencia, a las otras mujeres a las que amó o creyó amar. Y no está convencido de haber amado nunca a nadie. Ni siquiera a María. Y trata de enlazar un pensamiento, de ser todo lo racional que puede, pero no lo consigue. Él ya sabe que esos pensamientos repetitivos no son racionales.
1 comentario:
muy buenos estos relatos y con una precision en la descripcion que realmente impactan!
saludos
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