Unos meses han transcurrido y todo sigue más o menos igual. Entre Laura y Rubén las conversaciones siguen un poco frías, un poco sintéticas, demasiado preparadas. Siguen sin hablar fluidamente. Sin embargo Rubén se siente muy cómodo con Laura y sabe que podría decirle cualquier cosa. Y que cuando ella tenga que decirle algo se lo dirá. Sólo ha de pasar el tiempo. Y tiene que haber algo que decir.
Aún no ha conseguido Rubén escribir ese poema para Laura. Después de romper todos los que le hizo a María e incluso alguna foto de ella sigue sin poder escribir. Alguna vez le aparecen ideas. Pero sabe que aún son las ideas de antes, de los poemas que le escribió a María. Y han de ser distintos para Laura. O ha de pasar más tiempo hasta que pueda escribirle esos poemas a Laura.
Piensa Rubén en esa no relación con María. Y piensa en ese amor adolescente, más adolescente cabría decir, que sentía por ella. En los últimos meses ha estado sin querer buscándola. Sabe donde vive. Sabe algunas cosas de su vida. Sabe que no se casó. Y que vive sola. Cualquier día podría presentarse en su casa y visitarla. Tal vez fuese bonito.
María siempre supo que Rubén la amaba. Pero no le interesaba. Rubén siempre pensó no ser lo suficientemente bueno para ella. O lo suficientemente rubio, o simpático, o alemán. No sabía que le había faltado, pero algo en él había fallado, no era suficiente.
Rubén piensa en ese amor que sentía por María, en la intensidad y piensa que con Laura todo es mejor, más fácil, más evidente, más posible, mejor en todos los aspectos, más ardiente a veces, más tierno a veces, más fácil siempre. El amor por Laura nunca le había hecho sufrir demasiado. Se acostumbraba fácilmente a los cambios, a las circunstancias. Y con Laura había hecho igual, había adaptado su vida, sus costumbres a ella.
Y era feliz con ella. En los últimos meses Rubén estaba, simplemente pensando, creando una comparación entre la forma de amar a Laura y la forma de amar a María. Y estaba encontrando diferencias.
Aún no ha conseguido Rubén escribir ese poema para Laura. Después de romper todos los que le hizo a María e incluso alguna foto de ella sigue sin poder escribir. Alguna vez le aparecen ideas. Pero sabe que aún son las ideas de antes, de los poemas que le escribió a María. Y han de ser distintos para Laura. O ha de pasar más tiempo hasta que pueda escribirle esos poemas a Laura.
Piensa Rubén en esa no relación con María. Y piensa en ese amor adolescente, más adolescente cabría decir, que sentía por ella. En los últimos meses ha estado sin querer buscándola. Sabe donde vive. Sabe algunas cosas de su vida. Sabe que no se casó. Y que vive sola. Cualquier día podría presentarse en su casa y visitarla. Tal vez fuese bonito.
María siempre supo que Rubén la amaba. Pero no le interesaba. Rubén siempre pensó no ser lo suficientemente bueno para ella. O lo suficientemente rubio, o simpático, o alemán. No sabía que le había faltado, pero algo en él había fallado, no era suficiente.
Rubén piensa en ese amor que sentía por María, en la intensidad y piensa que con Laura todo es mejor, más fácil, más evidente, más posible, mejor en todos los aspectos, más ardiente a veces, más tierno a veces, más fácil siempre. El amor por Laura nunca le había hecho sufrir demasiado. Se acostumbraba fácilmente a los cambios, a las circunstancias. Y con Laura había hecho igual, había adaptado su vida, sus costumbres a ella.
Y era feliz con ella. En los últimos meses Rubén estaba, simplemente pensando, creando una comparación entre la forma de amar a Laura y la forma de amar a María. Y estaba encontrando diferencias.
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