Seguimos buscando a nuestros hombres de negro, pero no los encontramos. A cambio hemos encontrado muchas cosas que se nos habían perdido. Hemos encontrado, en un hueco raro al lado de la mesilla, todos los calcetines que habíamos perdido. Teníamos pares y pares de calcetines únicos. De hecho me los pongo. Da igual que vayan desparejados. Ahora, por fin, hemos conseguido encontrar esos calcetines.
También ha encontrado Felipe el teléfono de una chica. Lo perdió el mismo día que se lo dio. Pero no sabe cómo (es decir, porque estaba borracho) acabó perdiendo el número. Y ha estado muchos meses pensando en llamarla, pero como iba borracho no sabía el nombre ni tenía manera de encontrar su número. La ha llamado. Ha conocido a otro.
Hemos encontrado también un filón de pilas para el mando a distancia. Normalmente comprábamos los paquetes de pilas pero sólo usábamos dos o una, las que hacían falta en el momento, con lo cual perdíamos un montón de pilas y de otras cosas. O sea, que ahora no nos falta pila en nada.
Por encontrar hemos encontrado setecientos veintisiete con cuarenta y dos euros en suelto que se había caído por ahí.
Ahora, a los de negro esos no los encontramos ni de broma. Yo estoy empezando a desesperarme y a empezar a buscar a tipos que no vistan de negro, que vistan de blanco. A mí, los que van de blanco nunca me han gustado, siempre acaban jugándomela.
También ha encontrado Felipe el teléfono de una chica. Lo perdió el mismo día que se lo dio. Pero no sabe cómo (es decir, porque estaba borracho) acabó perdiendo el número. Y ha estado muchos meses pensando en llamarla, pero como iba borracho no sabía el nombre ni tenía manera de encontrar su número. La ha llamado. Ha conocido a otro.
Hemos encontrado también un filón de pilas para el mando a distancia. Normalmente comprábamos los paquetes de pilas pero sólo usábamos dos o una, las que hacían falta en el momento, con lo cual perdíamos un montón de pilas y de otras cosas. O sea, que ahora no nos falta pila en nada.
Por encontrar hemos encontrado setecientos veintisiete con cuarenta y dos euros en suelto que se había caído por ahí.
Ahora, a los de negro esos no los encontramos ni de broma. Yo estoy empezando a desesperarme y a empezar a buscar a tipos que no vistan de negro, que vistan de blanco. A mí, los que van de blanco nunca me han gustado, siempre acaban jugándomela.
Calcetín reencontrado
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