Felipe está en cama. No es nada grave. Una de esas cosas que pasan en verano. Mucho sol, mucha playa, mucho bar y pasa lo que pasa, que el cuerpo, que es más listo que nosotros, se resiente enviándonos las enfermedades de verano.
Felipe bebió agua del grifo de nuestro apartamento en la playa. Y sea porque esta no es apta para el consumo humano, tiene un color tirando a marrón que la desaconseja hasta para lavarse, sea porque su aparato digestivo está acostumbrado a la cerveza, el caso es que le ha sentado mal.
Además se atrevió a comerse la ensaladilla rusa de un chiringuito de playa. Con sus pimientos morrones y su mayonesa de dudosa procedencia. Creo que ahora habitan en su interior bichos que habían sido catalogados como extinguidos. Tiene hasta un lince microscópico.
También ha cambiado de cerveza. Creo que esto es lo más grave. Él está acostumbrado a nuestra cerveza local, a nuestra temperatura más bien fría. Aquí la cerveza es más espesa y amarga, parece en realidad otra cosa que no cerveza, carece de espuma y aunque pone bien claro que ha de servirse fría, la sirven calentorra.
Por último el muy imbécil acarició a una medusa creyendo que era un calamar (pretendía hacer anillos de calamar y hacerlos a la romana) y se quedó dormido al sol.
Total que le tenemos en la cama por culpa del verano y sus circunstancias. Con dolores en el estómago, la cabeza, las manos y un poco en la garganta del cruel aire acondicionado de un par de tiendas que ha visitado. Creo que saldrá de esta, pero me temo que no aprenderá nada, sus diversas enfermedades le están atacando la memoria.
Felipe bebió agua del grifo de nuestro apartamento en la playa. Y sea porque esta no es apta para el consumo humano, tiene un color tirando a marrón que la desaconseja hasta para lavarse, sea porque su aparato digestivo está acostumbrado a la cerveza, el caso es que le ha sentado mal.
Además se atrevió a comerse la ensaladilla rusa de un chiringuito de playa. Con sus pimientos morrones y su mayonesa de dudosa procedencia. Creo que ahora habitan en su interior bichos que habían sido catalogados como extinguidos. Tiene hasta un lince microscópico.
También ha cambiado de cerveza. Creo que esto es lo más grave. Él está acostumbrado a nuestra cerveza local, a nuestra temperatura más bien fría. Aquí la cerveza es más espesa y amarga, parece en realidad otra cosa que no cerveza, carece de espuma y aunque pone bien claro que ha de servirse fría, la sirven calentorra.
Por último el muy imbécil acarició a una medusa creyendo que era un calamar (pretendía hacer anillos de calamar y hacerlos a la romana) y se quedó dormido al sol.
Total que le tenemos en la cama por culpa del verano y sus circunstancias. Con dolores en el estómago, la cabeza, las manos y un poco en la garganta del cruel aire acondicionado de un par de tiendas que ha visitado. Creo que saldrá de esta, pero me temo que no aprenderá nada, sus diversas enfermedades le están atacando la memoria.
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