Un amigo del Profe murió hace unas semanas. Y fuimos todos al velatorio a ver qué se cocía. Y la verdad que los que nos cocíamos éramos nosotros. Como eran todos los presentes tan viejecitos estaban a las doce de la mañana al sol. Y aún así decían no notar mucho calor.
El ataúd estaba puesto allí para que todos contempláramos el cadáver que había dejado el buen amigo del Profe (en realidad era más su rival en todo y hemos ido a comprobar que realmente estaba muerto y que al menos la última competición la ha perdido con el Profe).
El cadáver, pues bueno, era un cadáver como todos. Quieto. Vestido de traje. En un ataúd. Vamos nada creativo ni nada nuevo. Un muerto. En un tanatorio. Esperando su sepultura.
Es costumbre esperar 24 horas para enterrar el cadáver. Pero como este muerto era un poco egocéntrico dio la orden de no ser enterrado hasta que pasaran dos meses.
Hoy hemos vuelto y la verdad es que esto del velatorio ya huele. Literalmente. James Brown fue enterrado 74 días después de su muerte. Enterraron sólo su peluca. Lo demás se quedó en polvo. Y cuentan que una criada despistada le pasó la aspiradora.
Este amigo del Profe quiere batir ese récord. Y va por buen camino. El cadáver ya huele. El tanatorio está semivacío. Sólo la viuda y una prima suya. Y nosotros que estamos tomando notas para cuando dentro de poco muera el Profe ver qué debemos hacer.
¿En cuánto quedara el nuevo récord? ¿Algún valiente se atreverá a batirlo? ¿Qué enterraremos al final de este hombre? Todos son dudas que se resolverán en el futuro. O no.
El ataúd estaba puesto allí para que todos contempláramos el cadáver que había dejado el buen amigo del Profe (en realidad era más su rival en todo y hemos ido a comprobar que realmente estaba muerto y que al menos la última competición la ha perdido con el Profe).
El cadáver, pues bueno, era un cadáver como todos. Quieto. Vestido de traje. En un ataúd. Vamos nada creativo ni nada nuevo. Un muerto. En un tanatorio. Esperando su sepultura.
Es costumbre esperar 24 horas para enterrar el cadáver. Pero como este muerto era un poco egocéntrico dio la orden de no ser enterrado hasta que pasaran dos meses.
Hoy hemos vuelto y la verdad es que esto del velatorio ya huele. Literalmente. James Brown fue enterrado 74 días después de su muerte. Enterraron sólo su peluca. Lo demás se quedó en polvo. Y cuentan que una criada despistada le pasó la aspiradora.
Este amigo del Profe quiere batir ese récord. Y va por buen camino. El cadáver ya huele. El tanatorio está semivacío. Sólo la viuda y una prima suya. Y nosotros que estamos tomando notas para cuando dentro de poco muera el Profe ver qué debemos hacer.
¿En cuánto quedara el nuevo récord? ¿Algún valiente se atreverá a batirlo? ¿Qué enterraremos al final de este hombre? Todos son dudas que se resolverán en el futuro. O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario