En su pequeño diario, el hombre pequeño, pequeño de talla y de vida pequeña, escribía cada día no sólo lo que le pasaba sino sus preferencias. Escribía las cosas que prefería a las que no prefería. Tal que así:
“Prefiero ser un hombre pequeño de vida pequeña que ser un hombre grande con una gran vida.
Prefiero no enterarme nunca de nada que ser demasiado listo. Prefiero que no me quiera nadie a que tú me odies. Prefiero vivir despacio que pasar la vida sin darme cuenta de ello. Prefiero ser el que va siempre contigo que ser uno de ellos. Prefiero, hoy, haberte amado que no haberte conocido. Prefiero que seas feliz a no volver a verte. Prefiero ser el que pregunta ¿te llevo a tu coche, no? Que el que empuja tu cabeza con mi mano. Prefiero no verte más que cerrar los ojos y verte todo el rato. Prefiero ser un hortera que un moderno. Prefiero mi cara fea y antigua que otra cara que cambiara toda mi vida. Prefiero que me cuentes cosas a acompañarte y vivirlas en primera persona. Prefiero, hoy, tu compañía que mi soledad. Prefiero, hoy, mi soledad a tu compañía. Prefiero irme a casa pronto que cansarme y aburrirme de estar haciendo lo que hago. Prefiero estar despierto a dormir. Prefiero dormir a ver el amanecer sin acostarme. Prefiero levantarme a ver el amanecer que levantarme pensando en la siesta de la tarde. Prefiero tu risa que la mía. Prefiero leer en mi rinconcito que vivir mi vida propia. Prefiero enajenarme en mundos inventados que enajenarme en mundos reales. Prefiero enajenarme en tu boca que solo en mi casa. Prefiero pensar que eres feliz que verte triste. Prefiero ver que otros consiguieron su sueño que ver que el sueño es imposible y falso. Prefiero que me quieras así a que me quieras como a los demás. Prefiero no ser el que te hace feliz a ser el que te haría infeliz. Prefiero esperar a que tú me cuentes que preguntarte. Prefiero ser así que de otra forma imprecisa. Prefiero mi música rara que vuestra música que no entiendo. Prefiero no sentir que la taquicardia por la chica morena del otro lado de la barra. Prefiero un rugido sincero a que no me hables durante años. Prefiero que te enfades conmigo a que te enfades con los demás. Prefiero tu mordisco al arañazo del resto. Prefiero, hoy, que estés tan lejos que ni se me ocurra pensar en ti a cuando te tenía al lado y no podía dejar de mirarte. Prefiero la ilusión de vivir que el hartazgo de tenerlo todo probado, comprobado, cuantificado. Prefiero mi visión estadística de la belleza al deseo de acostarme con todas. Prefiero mi rutina a mi incertidumbre. Prefiero al final de mi vida poder decir “no me arrepiento de nada” y “te he querido todo lo que he podido” a “me arrepiento de haberte querido”. Prefiero ser un adicto controlado a un compulsivo de todo. Prefiero escribir a hablar. Prefiero que no me entiendas a que sepas que lo que estoy diciendo, pensando o escribiendo es una gilipollez o una mentira. Prefiero tu corazón al mío. Prefiero mi imaginación a tu foto. Prefiero imaginar tu beso a una fantasía sexual con la rubia falsa de pelo rizado. Prefiero imaginar tu beso a una relación sexual con la rubia falsa de pelo rizado. Prefiero echarte de menos que olvidarte. Prefiero haberte olvidado que seguirte queriendo. Prefiero que no me hayas querido a haberte jodido la vida.”
Y más y más, todos los días, sus preferencias, su vida resumida en pequeñas frases casi insustanciales.
¿Por dónde prefieres pasar?
1 comentario:
pequeñas fases no tan insustanciales, porque en las preferencias, marcamos nuestro carácter, nuestros miedos, nuestros deseos. Pero a veces es mejor no preferir y dejarse llevar.
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