El escritor se encontró con su viejo amigo a la salida del café. El escritor tenía un aspecto lustroso, un color de cara estupendo, estaba algo más relleno, fumaba un gran puro, tenía una mirada limpia y reluciente. El amigo se alegró tanto de verle que decidió acompañarle en su paseo.
Amigo: Le veo a usted muy bien.
Escritor: Sí, estoy hecho un león. El verano siempre me sienta bien.
A: Pero además le veo muy contento.
E: ¡Cómo no estar contento con estas jóvenes tan guapas que pasan por las calles! ¡Y con este olor a verano en todas las cosas! Dentro de poco dejaré el abrigo en casa y podré ir a la Bombilla y sentarme en las terrazas de Atocha.
A: Grandes planes para el futuro.
E: Sí y si puedo marcharé al Norte un tiempo a Santander o San Sebastián. Y luego al Sur. A Málaga.
A: ¿Ha heredado usted?
E: No, amigo, pero mi trabajo da sus resultados. He llegado al éxito amigo, al éxito.
A: Es estupendo este optimismo suyo, ¿a qué se debe? ¿tal vez alguna mujer?
E:: Bueno, hay muchas mujeres, ya sabe usted, pero ninguna en concreto. Eso sí, es cierto que tengo buenas amistades.
A: ¿Acaso estamos enamorados?
E: No, amigo, no. Simplemente estoy contento.
A: ¿Y sabe a qué se debe? Más que nada porque a mí me gustaría estar tan contento como usted.
E: He dejado de escribir.
A: ¿No escribe usted nada?
E: No, hace ya un tiempo que no. Y estoy aligerando la necesidad de hacerlo. Estoy viendo el mundo como una cosa real y no como un objeto literaturizable.
A: ¿Y no le da miedo?
E: Ninguno. Ojalá pudiera no volver a escribir. No ser escritor nunca más. Tendría que buscarme un trabajo, pero sería más feliz.
A: ¿Es feliz porque no escribe?
E: Eso es, amigo, eso es.
A: ¿Cree que le durará?
E: Eso espero, amigo, eso espero.
Y se perdieron en las calles iluminadas por la tarde semiveraniega.
1 comentario:
y es que a veces nos empeñamos en seguir ahciendo algo, porque en teoría es lo nuestro, lo que debemos hacer, lo que la gente espera que hagamos. pero eso no nos hace felices.
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