Arte practicado sobre todo (hoy en día) por los albañiles (arte masculino ahora que lo pienso), el piropo es denostado y odiado y maltratado por la mala imagen que da de las mujeres (es cierto que de una manera muy simple las vulgariza y las objetualiza) y sobre todo de los hombres.
Da un poco de vergüenza ver a los obreros silbando y gritando con la lengua fuera como el lobo de los dibujos animados al paso de cualquier señorita de menos de 60 años por delante de su territorio.
También los tenderos (ese gran Manín) lo practican, aunque no deja de ser una forma de atraer clientas, de mantenerlas contentas.
Quiero hoy romper una lanza (romper una lanza es una buena idea, más que nada porque con una lanza rota no se puede hacer daño a nadie o al menos es más difícil) en favor de los piropos y los piropistas. Cuando tienen gracia, ingenio y humor los piropos llegan a ser hasta bonitos. Y por qué no soñar, pueden ser hasta efectivos.
Dejemos hoy dos. Uno bochornoso y otro tierno. Queden como muestra de este arte que va desapareciendo y que no seremos nosotros (más que nada por timidez) los que lo rescatemos.
Piropo bochornoso: “Dime quién es tu ginecólogo para chuparle los dedos.”
Piropo tierno: “Eso no es andar, es hacer cosquillas al suelo.”
En otro orden de cosas el día 3 de octubre, el próximo viernes, se celebrará el Primer Cuentos en los Bares (esperemos que sea el primero de muchos). Será a las 22 horas en el pub Las cadenas (en la calle Real, enfrente de la plaza de las Cadenas). Esperamos veros a todos y a alguno más allí. Noemí, protagonista del evento, y nosotros, que nos gusta la gente, lo agradeceremos.
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