Desde el primer momento en que la vio aquel hombre lo tuvo claro, ella estaba hecha de aquel algo intangible que siempre le impediría acercarse lo suficiente, que estaba hecha del material con el que se hacen los sueños. Desde el primer momento que la vio, 1,61, diadema blanca en el pelo castaño un poco más bajo de la oreja, suéter verde y morado, vaqueros azules, lo pensó: nunca llegaré a tocarla.
Pese a ello se entregó a su tarea de la misma manera que se entregaba a todo, con un afán de eternidad que no estaba justificado. Quería no sólo el hoy, el ahora (el carpe diem siempre le pareció algo estúpido y pensaba que nunca hagas hoy lo que puedes dejar para mañana), sino sobre todo la eternidad, el infinito.
Así se entregó a ella, con un afán de duración que no estaba justificado ni planificado ni pensado. Por eso, años más tarde, cuando veía las fotos, las cartas y los recuerdos de aquella época se encendía en él su afán de eternidad, si bien fuera por unos días, y recordaba que aún la quería y que podría quererla siempre si se aplicaba bien a su tarea.
Pero nunca llegó a tocarla. Por la propia intangibilidad de la mujer, por su propia torpeza, porque estaba hecha con ese material con el que él mismo había fabricado el sueño por el que había sustituido no sólo a la realidad sino a la verdadera mujer de la que un día se había enamorado. No la amaba realmente a ella, sino a la imagen que de ella fue creando, a ese sueño inmaterial.
Por el camino pudo haber amado a otras mujeres, a otras mujeres tangibles, de un tacto inmediato y sedoso y placentero, pero rechazó sus caricias por la de su sueño inmaterial. Rechazó incluso propuestas de una felicidad incuestionable, de una felicidad irrechazable sólo por cultivar aquel pedazo de sueño que había un día creado.
Y su vida se fue consumiendo en un asomo de felicidad insospechada cuando, presa del alzheimer, dejó de pertenecer a la realidad y se hizo para siempre parte de su sueño. Pero aún ahí aquella mujer resultó inalcanzable, tal y como él la quería. Porque estaba hecha del material con el que se hacen los sueños. Y los sueños, de momento, sueños son.
1 comentario:
pero en ese sueño seguro idealizó a aquella mujer, aquella que le impidió vivir la vida, encontrar su felicidad, encontrarse a sí mismo.
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