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viernes, septiembre 18, 2009

DIOS Y LA NADA

Llevábamos ya un rato de conversación cuando de repente me dice: “la nada no existe”. Yo le marqué un cuadrante vacío dentro del bar y le dije: ¿y esto qué es? Ahí hay de todo, átomos, suelo, pared, de todo. No hay nada dijo Lila a mi espalda. Esa nada no es. No me refiero a una nada vacía, sino vacía vacía, sin nada.
Y es más, la nada no existe, pero, pero, en el momento en que el universo se expanda todo lo posible y ocupe todo y por tanto se salga de su espacio, caerá en la nada. Y sólo, solamente, en ese momento, en ese y no en otro existirá la nada.
Lila miró la copa que llevaba este hombre en la mano este hombre y dijo, tal vez sin acierto, está muy pedo, ¿no? Y sí, estaba muy pedo, pero sus explicaciones eran certeras. Yo hice la prueba con el cuenco de los cacahuetes, cuando rebosó, cayeron al suelo, eso sería la nada a la que rebosaría el universo, a la que tal vez caigamos nosotros.
Por eso bebo, porque vamos hacia la nada y como el universo se expande hacia ella yo quiero ayudarla expandiendo mi masa a base de birras.
¿De dónde sacas estas cosas? Esto se lo escuché yo a Dios. ¿A Dios? Ya en ese momento empecé a creerme lo de la borrachera. Sí, Dios es un tío con el pelo blanco que sale a veces por la dos. Un tío que se traduce a sí mismo. Ese es Punset. Eso mismo, palabra de Dios, palabra de Punset. Y se persignó.

Esto pasó estando con el Pozo en un bar.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

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