Todos, o creo que todos, recordamos que cuando llegaban estas fechas al entrar en clase el profesor decía: “Chicos abrid las ventanas, el olor se nota desde el pasillo.” Y eso que no habíamos hecho gimnasia ni nada. Era simplemente el olor que desprendían nuestras hormonas puestas a ebullir en nuestros cuerpos inmaduros.
Una vez adultos, y llegados a este punto del año, ese mismo olor se percibe por las noches en la mayoría de los antros que frecuentamos. Ese olor que nos acompaña para que los demás sepan que estamos dispuestos, salidos, cachondos.
Pero resulta que, para muchos y en muchos sitios, ese olor no es el olor del sexo, de las feromonas, de la testosterona, no. Es olor a desesperación pura y dura.
Pura y dura porque así es como está la parte de nuestro cuerpo que se precisa. Y desesperación porque todo vale, cualquiera vale, esa vale (un culo es un culo, ¿no?)
Pura y dura porque así es como está la parte de nuestro cuerpo que se precisa. Y desesperación porque todo vale, cualquiera vale, esa vale (un culo es un culo, ¿no?)
Así, en determinados antros, en determinado momento entrar es precipitarse a un mercado de la carne absoluto. Como una lonja de personas. A ver cuánto puedo dar para que esa venga conmigo a la parte trasera de mi coche.
Y se nota el rozamiento, los toqueteos cuando avanzas (¿es realemente necesario toda esa parafernalia de sobarse para llegar a la barra o es otro acto de seducción?). No es preocupéis, están comprobando el material, igual que se tocan las sandías para ver si estás maduras (y nunca se sabe si lo están o no).
En ese mercado de la carne, en ese alboroto de desesperaciones que se juntan y se cruzan y se buscan y acaban tal vez y con suerte encontrándose, entras sin querer y miras y lo ves y te sorprende, y, como los demás, sopesas tus opciones, tus posibles compras en ese mercado.
Y con el olor a desesperación en la ropa te vas con alguien que también percibió tu olor. O si tienes suertes, te vas a casa y punto. Solo y salido. Sano y salvo.
P.D. Este post viene de una idea de Sara (¿No habéis ido a ... un viernes? Se nota el olor a deseperación desde la puerta). Así que gracias Sara por esta gran idea. Si tienes más mandánoslas que las nuestras se van agotando.
1 comentario:
me ha encantado lo de "con suerte vuelves a casa solo, sano y salvo"
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