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jueves, junio 19, 2008

SHEREZADE

Decía en sus clases de semántica y pragmática la gran profesora Silvia Iglesias Recuero que el hombre es ante todo y sobre todo un animal narrador. Nada de animal social (ya se sobreentiende) o de animal político, no, un animal narrador. Es decir, que básicamente vivimos en lo que les contamos a los demás y ese contar a los demás dura más y es más amplío que lo que realmente vivimos. (Reflexionando el otro día llegué a pensar que realmente las cosas intensas, buenas o no, de la vida son rápidas, unos segundos, minutos, nada de horas.)
Para comprobar esto sólo hace falta asomarse a un libro de Javier Marías. Allí siempre habrá un personaje que esté contando una historia. Es una de las características básicas de la novela de este autor, y de sus rasgos más reales. (Dice también Marías que muchas veces recordamos, hacemos el esfuerzo de recordar algo, para otras personas. Para contarlo a otras personas).
Viene ahora una cuestión que si bien es personal puede universalizarse. Conocí a una mujer que me gustaba. De ella no me gustaba su pelo rubio, ni sus ojos claros, ni los triángulos que en su espalda formaban unos cuantos lunares, ni siquiera sus pechos (que eran dos, grandes y turgentes). Lo que me gustaba de ella era cómo contaba lo que contaba. Y me gustaba también lo que contaba. Era una gran narradora oral. E intuitiva, pues su nivel de lectura estaba por debajo del de la mayor parte de la población ciega de este país.
Así pues lo que me gustaba de ella era su faceta de narradora. Su faceta que la hacía pues más humana. Esto es, lo mismo que al sultán le enamoraba de Sherezade.
Ahora que he cambiado de ambiente y voy con otros hombres y otras mujeres he de decir que también me gusta como narra una de ellas. Que esa faceta suya me encanta. Y que escuchar simplemente como ha pasado el día me parece tan bueno como leer a Galdós. Así que ya sabes, sigue contándome cosas.
Y vosotros amigos, contad, escuchad. En la palabra, en la narración está la vida, la de los otros, la vuestra, la real.
(¡Qué bien suenan estos post en mi cabeza y que mal me salen luego!)

Javier Marías.

1 comentario:

Unknown dijo...

Un post muy bonito, pero en el que has olvidado un pequeño gran detalle: la importancia de que otra persona al otro lado escuche lo que uno cuenta.
Yo espero que me sigan escuchando por mucho tiempo, y por que no, que yo también escuche las historias que me cuentan y que tanto me hacen reír