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domingo, junio 08, 2008

SUCEDÁNEOS

Cuando era pequeño existía una marca de chocolate llamado Blanco y Negro que tenía un sabor peculiar. De hecho su peculiar sabor le venía de que realmente no era chocolate. Así que no podía saber a chocolate. Era sucedáneo de chocolate.
Hoy es casi imposible encontrar aquel sucedáneo de chocolate en las tiendas, gracias a Dios porque peculiar sabor es un eufemismo grande, grande, pero el resto del mundo está lleno de sucedáneos, de cosas que se cambian por la realidad, sin ser la realidad misma.
Es falso, es un sucedáneo, hecho de mentiras. Así el cibersexo, ese simulacro de sexo a través del ordenador, de la web cam que lleva a la masturbación (otra forma más de sucedáneo, de sustituto del sexo si es que algo puede sustituir al sexo), que lleva a la nada, a no tocar, a no sentir, a la nada.
Y la consola, sucedáneo de la vida misma: ser estrella de fútbol, un héroe, ser querido y admirado, pero sólo falsamente (entra aquí también el deseo de la alteridad, de ser otro distinto y mejor)
Y el turismo, sucedáneo del viaje auténtico, del descubrimiento, del encanto, del conocer realmente los sitios y no sólo las bonitas postales que cualquiera puede comprar o ver por internet.
Y los sofás cama, simulacros, sucedáneos de camas reales, pero tan incómodos y tan falsos que no sirven para las cosas para las que sirve una cama de verdad: dormir, sexo, mirar el cielo al despertar.
Y los best sellers, sucedáneo de literatura, que parece literatura y a veces hasta sabe a literatura (y no como el falso chocolate aquel que no sabía a chocolate) pero que, no nos engañemos pensando que leemos, no son literatura, sólo un compendio, un sucedáneo para sustituir a la real a la otra, a la cierta (que muchas veces, aunque no lo creáis, también es la más vendida).
Y todos esos sucedáneos inaguantables del fútbol: el fútbol playa, el fútbol calle, el fútbol indoor, insoportables sustitutos que no sirven ni de metadona del fútbol verdadero.
Y la amistad sucedánea, amistad sólo para salir y beber y el royo de siempre, meterme mil estar con la gente y hablar, o emitir y recibir una cháchara infame, de nada con alguien que realmente no te importa mas que porque te acompaña. La verdadera amistad ha de poder ir al cine un jueves, o verse un martes sin motivos ninguno y en pensar, en recordar para los otros, para los que son los tuyos y no los otros.
Y los sucedáneos de relación, las falsas relaciones, sin amor, sin aguantarse, pero juntos porque juntos parece mejor que solos y no nos decimos nada y nos aburrimos de mirar las caras iguales siempre. Pero es sólo una mentira, una relación falsa, y sirve, tristemente, de sustituto de una real.
Y sobre todos insoportable ese sucedáneo de conversación que mantenemos, que mantengo, que tú mantienes en tu casa, lejos de mí. Ese sucedáneo absurdo que es el messenger, donde se supone que mantenemos conversaciones pero donde sólo tecleamos y esperamos y crees estar hablando conmigo cuando en realidad sólo es un sucedáneo de una conversación real, de las buenas, de las que mantenemos cara a cara, mirándonos, gesticulando, interactuando: viviendo realmente y no sólo una vida sucedánea.
Qué bnito sería desacostumbrarnos a los sucedáneos, vivir, siquiera de vez en cuando, una vida real y cierta, no sustituta. Tal vez sea divertido ver qué pasa.

Catálogo de sucedáneos.

1 comentario:

P.S.del Cerro dijo...

Y ese sucedaneo de trabajo, eso en lo que la mayoria de la gente empleamos tanto tiempo pero que en realidad nos gustaria estar en otra parte.