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lunes, marzo 29, 2010

SUPER

Como Felipe sigue su aventura gafapasta yo me he ido a dar una vuelta por ahí para distraerme y no tenerles todo el día al lado y oírles todo el rato. Se ponen muy pesados con sus conversaciones filosóficas y sus tonterías variadas. ¡Qué rollo!

Sin comerlo ni beberlo me ha pillado la lluvia así que he decidido refugiarme en un supermercado que había por ahí. Un supermercado es un buen lugar para refugiarse porque nadie te va a preguntar nada y porque puedes comprar todo lo que quieras, necesites o apetezcas. También puedes robar. Pero eso me parece feo.

Parecía que la lluvia iba a durar un buen rato así que me lo he tomado con clama e ido viendo cada pasillo de manera detenida. Los patés. Las salsas. Los helados. Todo despacito. Lentamente.

En esto he reparado que no estaba solo. Sucede en ocasiones que vas por ahí y de repente te chocas con alguien y dices, leñe, que no estaba yo solo aquí. No ha sido así en este caso. De repente me he visto contemplando a una muchacha vestida con el uniforme del supermercado. Contemplando una parte de esa muchacha. ¡Y qué parte!

He ido siguiéndola un rato, pero para que no se asustara he parado. Y ha pasado otra dependienta. Y , tal vez tenía yo el día tonto, también me ha gustado. Y dos clientas. Total, que he pasado una tarde la mar de entretenida y que les he hecho un blues. También les he prometido volver cuando he pagado la caja de cereales. Pero no he visto ilusión en la cara tras mi promesa.


Mejor que una pasarela

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