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miércoles, febrero 04, 2015

RAMÓN Y SU DESPACHO


En ocasiones la personalidad o la persona de un autor permanecen por encima de su obra. Su forma de ser, los recuerdos que los demás guardan de él, las historias que sobre él se cuentan van más allá de su obra, que queda en un segundo plano, casi ninguneada por la vida. En España el caso de Ramón Gómez de la Serna es el ejemplo más claro de esos autores cuya vida supera a su obra.

Si preguntáramos, pocos sabrían decir una obra de Ramón, y muchos menos serían los que hubieran leído una. Las greguerías, esa mezcla de humor y metáfora, son sus creaciones más famosas, pero no llegan a ser una obra, sino más bien una compilación de frases o máximas.

Sin embargo, su relación con la bohemia y las vanguardias, su presencia capital en las tertulias, su influencia sobre los autores de su tiempo, es bien conocida por cualquiera. La tertulia de Pombo es probablemente la más conocida de cuantas se desarrollaban en el Madrid de los años 20, con la presencia de intelectuales de todos los tipos.

Pero su obra, extensísima, ha quedado un tanto rezagada, marcada por una originalidad que la hace poco comprensible para el lector actual. Esa obra, que recorre todos los géneros, apenas se reedita o se lee y se ha quedado además de olvidada, anticuada, falta de un editor o un crítico que la acerque al público actual.

En su vida tan peculiar, destacaba su despacho, que aún hoy atrae al público. Tanto es así que una vez más está siendo recreado en el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad de Madrid, en el antiguo cuartel del Conde Duque. Ese despacho, donde Ramón pasaba los días creando, está lleno de baratijas recogidas de todas partes, especialmente del rastro. También son conocidas las muñecas que acompañaban al autor, o su mesa con montones de cachivaches.

Con esta recreación del despacho de Ramón se reabre ese Museo de Arte Contemporáneo, que además cuenta con obras de autores como Jorge Oteiza o Ouka Leele.



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