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miércoles, febrero 25, 2015

PÚBLICO, CRÍTICA Y OSCARS

Oscar hay uno. Uno cada año. Las demás películas, buenas o malas, imprescindibles o absurdamente llevadas a la pantalla, no lo tienen. Eso significará siempre que habrá montones de  películas buenas sin Oscar.

Y por el contrario que una película tenga un Oscar no significa que sea buena. Puede parecerlo. O serlo sólo para algunos. Para los miembros de la academia, por ejemplo, que pertenecen al mundillo del cine, una película sobre actores, siempre tendrá un tirón que no tendrá para los que no lo son.

Por eso cuando llega esta semana de los premios y se apresuran los titulares a dar resultados y vencedores y perdedores, lo mejor sería esperar y ver cómo pasa el tiempo y cómo las películas van llegando a la gente, cómo van siendo recibidas y tal vez imitadas, como logran quedar, o no, en el colectivo.

Una película que nunca podría optar a ser mejor película como El caballero oscuro, ha quedado en el colectivo como gran película, necesaria y que muestra la dicotomía entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, y como uno puede parecer lo contrario.

Para muchos no dejará de ser una obra menor, pero su calado en la sociedad está por encima de muchas obras que han obtenido premios y premios, pero que después no han conseguido llegar al público pese a haber conquistado a las academias, a los jurados.

Esa realidad del arte en general, el del público, la fama y la academia, es una curiosa paradoja en muchos casos. El público se entusiasma con algunas creaciones abominables para la crítica. Y al revés. Como si fueran bichos de mundos distintos. Como si lo bueno tuviera que servir sólo a minorías y lo mayoritario fuera automáticamente abominable.


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