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miércoles, marzo 04, 2009

LAS VIDAS DE CRISTINA, dos

De todas las vidas de Cristina la más tierna era la más oculta. Era su vida escondida, su vida por debajo de todas las vidas que vivía o simulaba vivir.
Esa vida tierna estaba dentro de ella, oculta, enterrada. No la mostraba, no la enseñaba nunca, por ningún motivo. Y estaba oculta sin que ella misma supiera el motivo. Pensaba que era su naturaleza, o su yo aprendido. Pero tal vez no fuera eso.
Tal vez fuera sólo el convencimiento, el conocimiento, de que cada gesto, cada acto tiene un significado. No sólo un significado oculto, sino uno cierto y directo, un significado claro que todos los demás ven y que tú mismo percibes.
Por eso su vida tierna, su vida cercana, y amable, y sensitiva, su vida de roce, de besos, de piel y tacto estaba oculta. Por eso tal vez sus palabras fueran siempre duras y buscasen cierta proporción de ataque que más bien era, como pasa tantas veces, una defensa.
Una defensa de lo que al final va a hacernos daño. Porque todo nos hace daño. Y algunas cosas tanto daño que no podemos contarlo. O no queremos contarlo. Y podemos tal vez controlar el riesgo de sufrir ese daño, defendiéndonos con el ataque. Mostrando nuestra vida áspera.
Esa era la vida tierna de Cristina. Y la vida de los que estaban cerca de ella. Aguantando su defensa. Entendiendo, algunos, la defensa, sabiendo lo que significaban realmente las cosas, las palabras, los gestos (tú sabes cómo te digo, cómo es ese otro lenguaje lateral y subversivo).
De todas las vidas de Cristina la más tierna estaba siempre oculta. Aunque se escapara (o no) en su vida áspera. Y había quién intentaba leer en ella. Y quién a veces creía que lo conseguía. Y quién siempre se quivocaba.

Áspero, ácido, fresco, después, elaborado, tierno

1 comentario:

Unknown dijo...

y es que a veces, el que menos culpa tiene, más broncas se lleva