Publicidad

jueves, marzo 19, 2009

BREVE HISTORIA DEL CORAZÓN, dos

El aire tenía un sabor especial. Después de tanto tiempo encerrado en un hospital el aire de la calle tenía un sabor fascinante. Comenzaba la primavera. Las flores, los colores, los olores. Había cierta alegría en el ambiente. El buen tiempo. El sol.
Trataba de contagiarse de esa alegría. Después de tanto tiempo durmiendo en un hospital, en el sillón de un hospital le costaba dormir en su cama. Daba vueltas y vueltas. Pensaba en ella. En su nuevo corazón. En que ese ya no era su corazón. En que ese corazón no le quería. En que ella tampoco era ya suya.
Se lo había dicho desde la cama. Tan fuerte era la sensación. Ya no te quiero. Una enfermera salió de la habitación. Es mejor que te vayas. Cuando te recuperes me iré. No te dejaré sola. Y así sucedió. Ella ya estaba en casa. Disfrutando su nuevo corazón. Su distinto corazón.
No sabía bien qué hacer ahora. Sólo quería dormir y no pensar más en posibles complicaciones, en puntos, en zonas de sutura, en arterias. Quería no pensar en ella. Pero dormía en la cama que dormía con ella. Y tenía una lista, junto a la cama, con toda la medicación que ella necesitaba durante un día. Que había necesitado durante tantos años. Ya no. Ahora sería otra medicación. Otro corazón. Otro quién se la diera.
Pensaba y pensaba, sentía latir su propio corazón. Su corazón sí era el de antes. La quería aún. Y le duraría mucho. Ya sabía el proceso. Hasta despegarse de ella pasarían muchos años. Un nuevo corazón no iba a cambiar eso. Seguramente el cambio de su propio corazón tampoco podría cambiarlo.
Pensó en la alegría de ella al salir del hospital. En su sonrisa. Él pensaba en el corazón ajeno que llevaba en el pecho. ¿De quién sería ese corazón? ¿A quién querría? Sintió la muerte de aquella persona. Sobre todo por haberse alegrado de ella. Pese a todo volvió a alegrarse de aquella muerte.
La enfermera salió de la ducha, se secó el cuerpo y el pelo a toda prisa. Quería huir de allí. La cama de un desconocido no es un lugar en el que quisiera estar mucho tiempo. La calle le pareció liberadora. La primavera había llegado. Con la huída, o la primavera, su corazón latía más deprisa.
Medicación, recuerda

No hay comentarios: