Como muchas veces estando en el bar, con los amigos o no, mis condicionantes me despistan (estoy un poco sordo y muchas veces estoy más interesado en lo que sucede a cuatro metros que a lo que pasa a pocos centímetros) la mente, con sus libres asociaciones de ideas, me trae imágenes, sonidos y palabras que evocan situaciones que están sucediendo solamente en mi cabeza. Luego tomo nota de ello, como puedo, para ver qué hacer con eso.
Lo cierto es que muchas veces las situaciones me remiten a versos que he leído y que, repentinamente se hacen realidad ante mí. La poesía hecha realidad, gran aspiración de un poeta. Así, ante la perspectiva de unos pechos altos, subidos por un wonder bra o lo que sea, unos senos altos, mi cabeza me remite a las palabras de Blas de Otero: “niñas (…) enseñando los pies y los pechines, proyectos, esquemas de otros dos y otros jardines, más altos, más erectos”
O cuando una mujer saca el pintalabios, o el rouge, o el shine o el brillo y se lo impregna en los labios recuerdo a Pedro Salinas: “Deja ya, deja ya por un momento de querer explicarnos demasiado, trabajando con esa barra de carmín sobre los labios, las dos verdades paralelas que tu boca callada nos ofrece, más delicadas, aun más sutiles.”
Y cuando una mujer te saluda con un beso efusivo, un beso sólo de amistad, pero sentido y sonoro y grande, recuerdo: “Besas como si fueras a comerme, besas besos de mar a dentelladas.”
Ahora que llega la primavera no puedo evitar cierto impulso religioso cuando me cruzo por la calle con una mujer hermosa. Menciono a Dios (en vano por desgracia para la salvación de mi alma) y después incluso puedo santiguarme. Y recuerdo: “¡Oh llama de amor vivo, que tiernamente hieres de mi alma el más profundo centro!” (Tal vez podríais cambiar alma por una zona carnal del cuerpo).
Y cuando me hacen esperar, pocas veces, ya me lo sé y por eso tiendo a llegar tarde: “La espera forma parte de la alegría.”
O esos versos de Jorge Guillén que valen para todo lo bueno, para las mujeres hermosas, la comida sabrosa, todo lo placentero, lo que te hace feliz: “El mundo está bien hecho” Él dedicó estos versos a un sofá y ciertamente, sentado en un sofá se intuye a veces que el mundo está bien hecho.
Lo mismo sucede con trozos de novelas (“No he querido saber y he sabido” o “Tiene mi polla en su boca” (más como sensación que como realidad, evidentemente) de Javier Marías), con escenas de películas (incluso películas porno) o con canciones, como bien sabe nuestro Macho Alfa: “Cuánta puta y yo que viejo”. O como escribió en otro poema Jaime Sabines: “Canonicemos a las putas.”
4 comentarios:
RUBEN, CREO QUE TE HACE FALTA UN BUEN POLVO. A VER SI ALGUNA DE LAS CHICAS QUE LEEIS ESTOS POST LE REGA LASIS UN BUEN REVOLCÓN.
Las noches de sobriedad evocan mil cosas que el alcohol nunca permite. Pero a mi me ha gustado mucho el post!!!!!
Pinky, amigo, a todo el mundo le hace falta un buen revolcón. Pero no creo que de este post se infiera eso. Es más sobre cosas que de verdad han pasado. En mi cabeza y en la realidad. Pásate por el 37 Grados una noche de viernes con nosotros y luego si quieres ya me cuentas si es así o no. Por cierto, si hay alguna interesada en la oferta de César, ya sabéis, viernes noche, 37 grados.
Pues sí
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