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martes, marzo 03, 2015

PESSOA, UN HOMBRE MULTIPLICADO


Que la poesía sea una ficción nunca está demasiado claro. ¿Pasó lo que está contando el poeta? ¿Es una invención suya? ¿Si fue real, pasó como lo cuenta? ¿Hay narración en la poesía? Toda esa maraña de complicaciones no queda demasiada claro y queda aún menos clara en el caso de Fernando Pessoa.

Creador de heterónimos, a los que no hay que confundir con seudónimos, Pessoa, crea a los poetas de sus poemas como si de personajes de una novela se tratara. Crea sus vidas y sus acciones. Y por último los hace poetas. Y sólo lo hace para escribir los poemas que esos poetas escribirían.

¿Qué hay del propio Pessoa en esa poesía? ¿Cuánto de esa poesía que escribe es realmente del heterónimo y cuánto de Pessoa? ¿Qué mezcla hay en las vidas de uno y otros, cuánto conviven, cuánto se distancian?

Ese juego continuo, que para Pessoa no era tanto un juego como una forma de considerar la realidad desde todos los puntos posibles y matizada por las experiencias que nunca tuvo, sitúa al lector en la curiosa situación de estar leyendo la poesía escrita por un hombre que nunca existió, la experiencia, la vida misma de un hombre que fue tan solo fingido.

Mirando a través de la realidad que aporta la poesía a mundos ficticios, irreales, imaginados, que son claros y parecidos a la realidad. Esa multiplicidad permite a Pessoa contar varias vidas, no sólo la suya, varias vidas imaginarias y diferentes e iguales.

Un amor, una pérdida, un dolor, una nostalgia, una melancolía, todo eso lo sienten los heterónimos de Pessoa, todo eso lo escribe de ellos Pessoa y lo leemos nosotros como obra de esos hombres fingidos que parecen reales.

Una poesía tan variada como las voces que la animan, así es la de Pessoa, un hombre multiplicado, un hombre fingido y oculto siempre, como un secundario de sí mismo, de su propia imaginación. 


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