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domingo, noviembre 23, 2014

BUSCANDO A LORCA


Si la búsqueda de los restos de Cervantes tiene un objetivo claro, el negocio que pueda hacerse alrededor de la tumba del escritor más grande de la historia de nuestra lengua, alrededor de sus restos que motivarían un museo, una tumba, un lugar visitable donde rendirle tributo, la búsqueda que se hace de los restos de Federico García Lorca desde hace años tiene apoyos contradictorios, motivaciones variadas.

La familia de Lorca ha expresado siempre su deseo de que esa búsqueda no se haga, que se deje el cuerpo donde estuviere. Nunca han financiado investigaciones sobre el tema. Nunca han querido revolver el pasado y buscar culpables, buscar el cuerpo y sacarlo de allí para llevarlo a otro sitio.

Pero en paralelo se han producido un gran número de investigaciones sobre los últimos días y la muerte del poeta y dramaturgo. Biografías, monografías, películas, documentales y muchos otros documentos han indagado en ello. Se han establecido culpas, como la de Luis Rosales que tuvo durante años que cargar con la acusación de haber sido el culpable de esa muerte, culpa de la que pudo liberarse para su bien.

En estos días, una vez más, hay excavaciones que buscan la fosa y los restos de Lorca. Una vez más la familia ha pedido que no se haga. Pero una vez más el morbo por conocerlo todo de esa muerte va más allá de las peticiones de los familiares e incluso del sentido común.

La finalidad de encontrar los restos de Lorca parece ser la misma que la de las búsquedas del tesoro. El que encuentre esos restos será famoso. El que los encuentre será un genio. Habrá encontrado el tesoro. Podrá arrogarse esa medalla. Y la de en cierta forma reparar la memoria de ese poeta asesinado en el comienzo de la cruenta Guerra Civil.

Fortuna y gloria, dos razones para hacer las cosas que han movido a la humanidad durante siglos. Fortuna y gloria que no reparan lo sucedido, ni lo mejoran, ni lo explican, sino que simplemente podrían ofrecer a todos un lugar exacto donde llorar.



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