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sábado, junio 14, 2014

FILOSOFÍA ESCONDIDA, EL FÚTBOL

Por esas cosas que suceden, la filosofía va perdiendo terreno como guía de la vida, como sustento de las personas y de las ideas, al menos en su forma pura, porque, de una manera u otra, la filosofía permanece entre nosotros.

El fútbol con su capacidad de reunir masas, conciencias, alegrías e incluso ideas se ha convertido, de una forma sorprendente en el último reducto de la filosofía, al menos de la más básica.

Dos son los ejemplos que podemos señalar como puntales de esa filosofía en el fútbol. El primero es Guardiola. Con su visión idealista del mundo, donde la idea es lo fundamental y en torno a ello se genera el fútbol, Guardiola es un heredero del platonismo.

La idea es lo básico para el grupo. Respetar su forma está por encima de los jugadores que la tienen que llevar a cabo e incluso de los mismos impulsos. Se trata de que esa idea (mantener la pelota, ganar respetando las charlas de vestuario y respetando sobre todo el juego) se eleve por encima del colectivo. Como si saliera de la caverna platónica, la idea es lo fundamental para el entrenador, el grupo y el jugador.

Simeone, sin embargo, con su machacada idea del partido a partido, de vivir día a día, que tanto ha calado en nuestra sociedad, es algo así como un estoico moderno. Mantener la esperanza, creer en el colectivo y en el trabajo, respetar el juego y pelear.

Como un moderno Marco Aurelio, Simeone habla de vivir día a día como si fuera el último, como si nada de lo que suceda después importara. Y ese es uno de los pilares del estoicismo, la filosofía de la Roma republicana, la que hacía mejores a los hombres porque vivían en la sociedad y la que hace mejores a los jugadores porque pertenecen a un colectivo.

De los entrenadores la filosofía se proyecta hacia los espectadores, los aficionados y la sociedad, llegando así donde no llegan los manuales, donde no llegan los filósofos y sus libros y sus tesis. 



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