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domingo, enero 13, 2013

ROCÍO ES UN NOMBRE EXÓTICO

Siempre me pareció que Rocío era un nombre muy exótico para una mujer como tú, un nombre muy moderno o popular, un nombre que debería haber llevado otra mujer, una que llevara enormes pendientes de aro y no pequeños pendientes de perlas. Una mujer muy maquillada, muy morena, con el pelo rizado. Una mujer más bien mujerona y no una mujer tan pequeña y tan frágil.
Mejoró algo esa sensación cuando me dijiste que eras María del Rocío. Encajaba un poco más. Aún así no pegaba con tu apellido, de sonido aristocrático, ni con tus gustos rebuscados ni con tu pobre pero resultona melena.
Rocío es un nombre enérgico, vibrante. Y tú tenías minutos vibrantes, minutos que eran como un choque de platillos en una orquesta, pero tenías también horas lánguidas. Y una voz pequeña. Una voz que no era de Rocío, que no era como una ola. Ni como una campana. Era un voz pequeña que casi obligaba a quien estaba contigo a hablar.
En cierta forma tú eras exótica. Pero más bien hacia arriba, hacia lo alto. Un exotismo elitista. Y un poco aprendido. Las compañías.
Yo tengo un nombre común que necesita añadidos para distinguirse. Estaba claro que no se podían sumar. Pero hice bien mi papel (sin entrar en detalles, si entramos encontraremos evidentes fracasos). Siempre conseguiste de mí lo que quisiste. Y yo te lo di sin más. Pero siempre esperando que tú me lo pidieras. Tuviste incluso un poco de drama. Pero poco. Y sin querer. El drama, con el tiempo, es comedia. Y yo me río de ello hace mucho.
Cuando oigo tu nombre exótico lo oigo aplicado en mujeres correctas. Ellas sí son Rocío. Tú luchas aún con tu nombre y la perplejidad de que sea tuyo. Luchas un poco con todo lo que es perplejamente tuyo. Ese es el error principal. Tu nombre no te corresponde. Aunque no podría inventarte otro.



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