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jueves, diciembre 04, 2008

ESLABÓN

Tuvo un amigo que le traicionó. No es que le robara a la novia, ni que le robara un secreto de estado, ni que durante una batalla le dejara abandonado en el frente. Simplemente, después de ser los mejores amigos del mundo, desapareció de un día para otro, sin más motivo que el haber encontrado alguien con quien sustituirle.
Eran muy amigos. Eran la fuerza el uno del otro. Por eso confiaban en el otro. Porque sabían que no se fallarían, que lo que dijeran, hicieran o no quedaría sellado allí, no saldría al exterior. Así era su amistad. Un eslabón de cadena.
Y así seguía para él. Seguía siendo la fuerza del amigo traidor. No importaba quién o cómo o qué dijeran de él, sería siempre su protector, su fuerza, el eslabón con que darle en la cabeza a los demás.
Y pese a que nadie podía negar esa traición, ni el dolor de esa traición, sabía que seguir así era lo único que podía hacer, lo más decente, lo que tal vez otro estaría también haciendo por él. Simplemente porque lo que habían sido el uno con el otro.
Y mirando las fotos antiguas se decía: “soy el afortunado que he estado a tu lado cuando más lo has necesitado.”
Ahora el traidor era feliz, él lo sabía, y por eso más que por otra cosa él también era feliz.

Amistad.

3 comentarios:

Unknown dijo...

y es que a veces incluso la traición une más a las personas

Sintagma in Blue dijo...

Qué amargo el sabor de uná cadena que se rompe.

enrique garcía dijo...

Es la vida misma: eslabones que se rompen y sen unen a otras cadenas, caminos que se cruzan para después separarse.