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domingo, mayo 13, 2012

VARIANDO

Miguel fue algunas veces a esos pisos. Los seleccionaba por su cercanía. Prefería ir por la mañana. Temprano. Sería el primero. Tenía tiempo libre. No sabía Miguel que elegir. Era un poco tímido. Le daba vergüenza preguntar. Pero las chicas solían ser buenas con él. Tal vez les diera pena. Tal vez le veían bueno.
Miguel les dejaba propina. Repetía con algunas. Pero no veía claro aquello. No le gustaba la sordidez. No le gustaba que las chicas se lavaran y le lavaran. Era una mutua desconfianza. Era triste. Todo parecía delictivo. Entrar en el portal a oscuras. Las chicas esperaban mirando por la mirilla a que estuviera cerca. Y al salir igual.
No le gustaba eso. Esperaba más del sexo. Eso no se lo daba. No volvió a los pisos. No volvió a las chicas que se ofrecían en anuncios. Puso él el suyo. Buscaba una amante. Una chica con la que acostarse y mantener una conversación. No muy profunda. No muy íntima. Tal vez falsa, pero una conversación más allá del dinero o del te gusta esto.
Contestaron varias mujeres. Las fue viendo. Algunas le excitaban sobremanera. Verlas andar por las calle, pecho enorme al sol del verano. Olvido todo lo anterior. Esas fueron sus primeras experiencias. Olvidó también que las pagaba, aunque sabía que lo hacía y que ellos sólo se acostaban con él por dinero. Miguel fue aprendiendo así el sexo. Ahora sí. Aún no era lo que le habían prometido. Pero era bueno. Al fin era bueno.
Fue variando de chica, de color de piel, de nacionalidad, hasta que consiguió dar con una que cumplía las exigencias.




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