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sábado, junio 30, 2012

HABLANDO

Juan y Elena se ven casi todos los días. Hablan continuamente. Ella le escucha hablar de su trabajo. De su vida. De sus cosas. A ella le gusta escucharle. No dice nada interesante. No puede recordar una frase. No puede recordar las palabras que usa. Pero le gusta escucharle. El tiempo se pasa más lento.
Juan escucha poco a Elena. Juan escucha poco. Es un hombre decidido. Y esos hombres hablan más de lo que escuchan. Para Elena es cómodo. No tiene que hablar de sí misma. A veces le gustaría. Pero no tiene que hacerlo. No tiene que exponerse. Eso es cómodo. Así, sea como sea, Juan no le hará mucho daño.
Elena y Miguel hablan mucho. Los dos. Él la hace reír. Y él se ríe con ella. A Elena Miguel le parece un tipo curioso. Con un aspecto tan serio. Tan duro. Delgado. Alto. Con esa pinta de ciclista o de corredor de maratones. Elena pasa el tiempo en el trabajo muy rápido. Y sabe que es gracias a Miguel.
Miguel sale a correr y a veces sonríe pensando en sus ocurrencias. En lo que le dirá a Sonia. En lo que le dirá a Elena. En lo que no puede decir.  






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