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miércoles, diciembre 21, 2011

21 DE DICIEMBRE

La ciudad congelada es hermosa. El frío deja la ciudad quieta. Vacía. Late despacio su pulso y es más difícil encontrar el mal. Por dentro, la ciudad sigue igual, sigue horrible y dolorosa, sigue nauseabunda. Es por debajo por donde pasan las cosas. En lo que no se ve. El sol de invierno alegra los corazones. Y en los teléfonos móviles y las páginas webs se producen las verdades, se vuelca el fango.
Esa moral fría y despiadada de ojos vacíos de dinero que se busca es la única que vale. Llamadas intempestivas. Sugerencias atroces. Tú eres mi puta. Sólo mía. Hay golpes y sangre que no se ve. Y a la que no puedo llegar. Pero me anestesia esta imagen de la ciudad parada, de la ciudad embutida en guantes y bufanda.
Tú tal vez estés en un lugar cálido, sin tener que sufrir para salir de la cama, sin tener que pensar si es frío el día o el alma. Madrugar y salir a caminar la ciudad. El sol que se rompe arriba y que me ciega un poco de la realidad. Respiro y te deseo. Y deseo que seas feliz.
La ciudad congelada es hermosa. Tú también lo eras. Lo eres. No sé dónde estás. No sé si aún existes. Ni quién eres. Pero eres más hermosa que todas las ciudades.




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