Publicidad

miércoles, junio 30, 2010

NO ME GUSTAN LAS DESPEDIDAS

Como ahora, puedo dormir todo lo que quiera (parece que la terapeuta me ha dejado como antes) disfruto de varias horas de sueño. Incluso muchas. Demasiadas a veces. Y en esas horas felices tengo sueños. Felices. Eróticos. Extraños. Como todos los sueños.

Resulta que estaba yo en El mago de Oz, la película, y que llegaba el momento en que Dorita iba a despedirse de nosotros. Yo era el espantapájaros, lo que me pega bien porque nunca he tenido mucho corazón. Iba despidiéndose uno a uno. Dorita (que resulta que era de la sierra de Albacete) se despedía del León Cobarde, del Hombre de hojalata y cuando llegaba a mí, ¡ploff! Yo desparecía, y se quedaba flotando la frase, “a mí no me gustan las despedidas”. Luego Dorita iba a juntar sus zapatos para irse a casa, pero dijo, sí hombre, y en vez de a casa se fue a no sé cuántos sitios. En cualquier sitio como en casa.

En otro sitio, en otro sueño. Ilsa Lazlo (que resultaba ser pelirroja y con el pelo rizado) se iba a despedir de mí. Ya sabéis lo que pasa. Te arrepentirás, tal vez no mañana y todo eso. Pero cuando iba a empezar la despedida, cuando ella ya tiene el billete en la mano, yo, Humphrey Bogart (cómo me gusta ser Bogart) ¡ploff! Desaparezco. “Es que a mí no me gustan las despedidas”.

Me desperté con la extraña sensación de haber dormido dos meses. Un sueño feliz. Me lavé la cara. A mí no me gustan las despedidas. Así que me fui a comprar el pan sin decir esta boca es mía.


¿Además de a casa te llevarán a otro sitio?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A Ilsa Lazlo, que resultaba ser pelirroja y con el pelo rizado, tampoco le gustan las despedidas. Podríamos seguir soñando un par de meses más...

Rubén dijo...

soñar, como tantas otras cosas en la vida no cuesta nada y todos podemos hacerlo o intentarlo, así que se podrá hacer, sí, sólo hay que intentarlo