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miércoles, diciembre 01, 2010

1 DE DICIEMBRE

El frío congela el aliento de la ciudad. La gente circula rápida sin mirar a los lados, quieren huir del frío, calentarse. El corazón de la ciudad siguen calientes, ardientes. La ciudad es siempre un hervidero, un caldero al que por poco no le salta la tapa. El vapor recorre las calles, quema los corazones y las gargantas.

Pero fuera el frío mata a los mendigos, congela el sexo de las prostitutas que quieren huir, volver a casa más que nunca. La gente se enfunda sus abrigos y se olvida de todo. Sólo quiere correr. Correr y salvarse. Que el frío no me coja. Que el frío no me duela.

Y todos huyen del frío. Del aire que congela el aliento de la ciudad. Pero circula otro aire por debajo de la ciudad. El aire de los cuerpos y las mentes de la ciudad. El aire podrido de los amores vacíos y los cuerpos usados. El aire de los cuerpos ardientes que calienta la piel oculta de la ciudad, aquella que no se intuye bajo el aliento helado.

El frío congela el aliento de la ciudad. Y la piel quemada por el aire frío de la ciudad se va cuarteando, sangrando. Ya no recuerdo tu calor.



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